02 abril 2006


La conclusión de la epistemología moderna es que no hay manera racional de establecer verdades mejores que otras.

No sólo si nada puede ser probado y todo puede ser defendido, si no se puede transformar en matemáticas la riqueza viva del lenguaje cotidiano y el sentido común , y si nunca sabremos cuando el error experimental se vuelve una curva nueva, esto absolutiza al poder (la fuerza, la retórica, la persuación) como dirimidor de verdades. Sino que también la existencia objetiva del poder no puede convalidarse ni refutarse.

La realidad del poder social se corrobora a si misma (¿qué trucos manipulatorios se esconden en los que dicen no creen en ella?) y de esta idea se siguen consecuencias prácticas, Bateson dice que la idea del poder social refuerza la corrupción y la codicia.

Una alternativa es la metáfora de formar parte de un ecositema, de un equilibrio sistémico. El amo no controla unilateralmente al esclavo, lo que el esclavo hace o no hace contribuye a organizar la conducta del amo y viceversa.

Las dos estrategias más frecuentes para eludir la dicotomía, es el simple recuento de la discusión, asumiendo las diferencias como dadas, con ánimo a la vez erudito y conciliador, sin comprometerse con el conflicto expresado en el que haya tales dicotomías. En este caso la fórmula feliz es siempre “tanto esto como lo otro”, sin decir en qué medida está operando cada factor en esa composición.

Otras veces se intenta declarar radicalmente ilusorio uno de los polos y se lo declara culpable de toda la confusión. El poder, por ejemplo, sería una mera apariencia (sólo habría equilibrio sistémico) y la consolidación de esta apariencia tendría el efecto de crear una falsa discusión. Obviamente el ejemplo puede darse también invirtiendo los términos, y el resultado es el mismo. En este caso todo el esfuerzo se dedica al desmantelamiento del lado culpable de la dicotomía (digamos, el poder, que sigue apareciendo como determinación última) con el único resultado de anularla y, nuevamente, sólo aplazar el problema hasta que aparezca otra vez bajo alguna pregunta inocente del tipo: “¿y entonces el equilibrio sistémico no juega ningún papel?”.

Antes de preguntarse si una idea es verdadera o falsa habría que preguntarse para quiénes es útil. Conocer surge de una base ética, un paso que va de la objetividad a la responsabilidad.

Si la roca esculpe al escultor tanto como el escultor a la roca, me gustaría saber... en qué proporción.

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