06 mayo 2006

1) --Mi querido transmisor, gracias a su guía, hace años que busco la iluminación, pero a pesar del tiempo y del dinero invertido en la tarea, todavía no lo encontré.

--Mi querido receptor, en tu mano veo una linterna.

--Es parte de la inversión para encontrar la iluminación, oh transmisor. Me costó 14 dólares y 39 centavos, más los impuestos.

--Pero receptor --el transmisor rechinó los dientes--¿cómo se puede buscar y encontrar la luz con la luz?

--Oh, mi estimado transmisor, no os enojéis. Tiene garantía de por vida, seguro contra todo riesgo; es moderna, especial y muy fácil de usar.

2) --Entrenador, tengo dificultades en la vida.

--Entrenado, si son muchas, por favor informate y busca "literatura" apropiada y específica sobre tus dificultades."

--La más grave es que tengo angustia.

--De eso te estoy hablando; "literatura" sobre la angustia.

3) --Mi venerado entrenador; he buscado literatura sobre la angustia, he leído y me he informado; ahora me siento solo y deprimido y la tentación de suicidarme me persigue.

--Mi entrenado preferido, busca a alguien con el mismo problema e intercambia opiniones; es más fácil hacer las cosas acompañado que solo.

4) --Oh, transmisor, llegué tarde a la sesión porque mi auto no arrancó.

--Respetado asimilador, ¿sabes cómo hacerlo? ¿has seguido las instrucciones correctamente?

--Sí, sin duda.

--Entonces hazlo arreglar o compra un auto nuevo.

5) --Mi inefable instructor, siento desazón y desaliento cuando pienso en los pobres del mundo.

--Ten mucho cuidado, mi frágil instruido; lo que tienes, técnicamente se llama Fatiga por Compasión. Si sigues por esa senda, tendrás un colapso. Si no puedes detener esos pensamientos, cambia de senda y distrae tu mente.

--Pero, ¿cómo? mi instructor.

--Hojeando la Biblia Sagrada ilustrada o yendo a un Centro de Compras de lujo, rigurosamente vigilado.

6) --Oh, mi transmisor, ayúdame, no puedo seguir viviendo así, perdiendo uno de los placeres más grandes de la vida.

--¿Qué te ocurre, mi receptor con displacer?

--Cuando voy a un Centro de Compras, especialmente durante las Fiestas, tengo la sensación de que la gente está alterada, histérica y que rabiosos, me van a morder. A veces siento terror.

--Para eso tienes dos soluciones: quedarte en casa o vacunarte.

7) --Querido entrenador, a los Centros de Compra, ¿los podemos llamar Centros de Vida?

--Entrenado lleno de gracia, casi has obtenido la iluminación. Cuando los llames Centros de Muerte, estarás en el Nirvana.

8) --Mi instructor, cuando camino por la calle y veo a los conductores de los autos a través de las ventanillas, me asaltan sensaciones raras; los veo como seres amputados.

--Oh, instruido indeciso que no se atreve a guiarse por sus sensaciones; ¿quién te dijo que no lo están?

9) --Ilustre transmisor, tengo una pregunta: ¿qué es lo mejor de las Fiestas, la Navidad y el Año Nuevo? me refiero, en general, a las alegrías de la vida.

--Cuando se terminan.

10) --Mi inefable instructor, alguien me comentó que en algo así como el Tercer Mundo, que no sé donde está, hay pueblos que todavía cantan canciones.

--Instruido poco informado: son pueblos subdesarrollados que no tienen grabadoras y cintas para grabarlas y dejar que otros canten por ellos. Desconocen el confort.

11) --Oh, querido educador, quisiera haceros una pregunta, ¿es verdad lo que cuenta y dice la leyenda que antes la mujer no era otra cosa que un instrumento de placer y un pedazo de carne para el hombre?

--Ingenuo educando, lo que cuentan las leyendas, puede ser o no ser verdad, definitivamente son eso, leyendas. Lo que sí te puede asegurar es que actualmente el hombre es apenas un pedacito de carne para la mujer. A veces ni eso.

12) --Así no puedo vivir, mi querido entrenador. Cada vez que me encuentro con una americana o norteamericana, pintarrajeada como una cacatúa, el pelo siempre rubio, dinámica y alegre, con un vaso de gin & tonic en la mano, me asalta una violenta tentación de preguntarle si ella es un producto natural y tengo miedo de ofenderla.

--Tu miedo es vano. Haz la pregunta y te responderá que toda ella es producto de la mano del hombre.

13) --Transmisor, ayúdame. ¿Qué debo responder cuando una mujer, mi amante o mi esposa, me pregunta como un reproche: ¿qué, te pasa otra vez? ¿hay otra mujer en tu vida?

--Oh, mi pobre receptor, desconocedor de la psicología. Responde que sí, que con mujeres como tú, que hacen esas preguntas, siempre, pero siempre hay otra mujer. Y tú lo sabes.

14) --Entrenador, mi corazón está apenado.

--¿Qué te ocurre, mi entrenado preferido?

--Cuando estoy deprimido y me quejo, mi amante me reprocha que no sé vivir y siempre me habla del sol, la luna, del hermoso cielo estrellado y del canto de los pájaros al amanecer que nos impulsa a la vida, cosa que me irrita. Parece que yo no poseo esa capacidad de goce y esa alegría de vivir. La verdad es que la envidio y si no a ella, por lo menos a los pajaritos, tengo ganas de estrangularlos.

--Calma, calma. Abre tus oídos, escucha y aprende. Cuando una mujer enumera los fenómenos de la creación, está enumerando sus tarjetas de crédito y cuando habla del canto de los pájaros, está hablando del ronroneo de su lavaplatos.

--Oh, entrenador, perdóname pero eso huele a sexista. He escuchado a hombres hablando de lo mismo.

--Oh, entrenado, me vas a hacer perder la paciencia. Cuando un hombre enumera, habla de sus deudas de las tarjetas y cuando habla del canto de los pajaritos, escucha el deslizar de la cerveza, el vino o el whisky por su garganta.

15) --Oh, mi estimado trasmisor. Ante tanta riqueza de ideas, ante tantas posibilidades y opiniones, estoy perdido y sólo me oriento en laberintos y en la oscuridad. ¿Podrías ayudarme, aunque sea recomendándome alguna marca de linterna?

--¿Cual es tu dilema, oh receptor, envilecido por la tecnología?

--Busco a una mujer y sólo encuentro a feministas.

--Buscas en vano. Ahora comprendo que estés perdido desde tu primer paso. Tendrás que esperar siete generaciones.

16) (El receptor del koan anterior, tuvo un ataque de furia y empezó a lanzar espuma por la boca y a golpear con rabia y a rasguñar la alfombra sobre la que estaba sentado en la posición de flor de loto. El transmisor se asustó).

--Eh, eh. Está bien que hayas pagado por la enseñanza de la sabiduría pero eso no te da derecho de destruir mi alfombra persa. ¿Se puede saber a qué se debe ese ataque?

El receptor aulló:

--¡Oh transmisor! ¡¿qué es en definitiva una feminista?!

--Cambia de sexo y te iluminarás al instante.

17) (El receptor se calmó mascando arroz integral setenta veces y siete más y después de bajarlo con té, preguntó con auténtica humildad):

--Perdóname mi arrebato. Me iré satisfecho de la sesión de hoy si me defines qué es una auténtica feminista para eludirla en el laberinto.

--Descartando a las lesbianas, ¿en la teoría o en la práctica?

--En los dos casos, mi respetado transmisor, así mi sabiduría será más completa.

--En la teoría más pura es aquella la que protesta que el marido no comparte con la mujer la delicada y deliciosa tarea de limpiarle la caca del culito del nene pero jamás protesta que no comparta la limpieza de la caca de su perrito o gatito; sabe que los hombres no tienen sensibilidad para eso. Por supuesto, no está casada ni tiene hijos. En la práctica, es la que está casada con un inglés domesticado que se ocupa de su hijo y tiene un amante latino o negro o árabe. Además de eso, un hombre para salir a cenar, otro para ir a bailar, otro para charlar, etcétera.

--Pero eso es horrible, oh transmisor.

--¿Qué? ¿No eres un hombre? Ponte en la cola.

18) (Otra vez furioso, pero sin atreverse a rasguñar la alfombra, el receptor se metió un puñado arroz en la boca, se puso de pie y mascando con rabia, se acercó a la puerta, la abrió y antes de cerrarla y desaparecer, gritó escupiendo el arroz):

--¡Transmisor que me confundís! Ahora ¿qué es un hombre?

(El transmisor, utilizando las manos como bocina, respondió):

--Lo mismo que la mujer y que tú: ego y vanidad.

19) --Mi inefable entrenador, guiado por vuestras sabias y sublimes enseñanzas, por fin creo haber entendido el dilema feminista y masculinista. Con la ayuda de la computadora, me he tomado el atrevimiento de componer un haiku, inspirado en la mejor tradición japonesa pero con contenido moderno como a vos os gusta. Quisiera leeroslo y escuchar vuestra aguda crítica constructiva y pediros consejo, para no cometer una injusticia, acerca de un problema de sexo o género que se me presentó por falta de información sobre las estadísticas de los propietarios o propietarias de perros.

--Leémelo, oh entrenado.

--Ahí va:

Un prado verde, recortado, infinito,

Un auto sport,

Una mujer rubia, (o un hombre), pelo suelto al

viento, botas,

Espera y alienta "Go, go, good boy" a

Un perro encorvado, que temblando por el esfuerzo,

Defeca sobre el prado,

Finalmente, liberado, se pone a jugar con ella.(O

con él).

--Bueh, veo que me has entendido más o menos; no está mal, tal vez un poco largo para un haiku. Bastaría con la realidad: un prado verde y un perro que defeca. Nada más debe preocuparte. Lo demás es una ilusión y sobra.

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