"En el corazón del español late un funcionario".
Así de rotundo y con cierta ironía inició Marina su discurso en Pamplona. La frase desató risas y murmullos, y con ella el filósofo resumió una realidad: en nuestro país hace falta innovar. O trasladado al tejido económico, "hacen falta empresas inteligentes, que sepan detectar pronto los problemas y los resuelvan con rapidez y eficacia". Y en esta propuesta de Marina, los sentimientos juegan un importante papel. "La innovación supone estar en un estado afectivo especial. En una empresa, se trata de unificar los talentos y motivaciones de los trabajadores para que contribuyan al éxito", explica.
Difícil tarea que, según el filósofo, se complica aún más en nuestro país. "Las empresas españolas se están gastando muchísimo dinero en enseñar a sus empleados a trabajar en equipo, porque no saben hacerlo. En las universidades se crea un ambiente de recelo de unos contra otros, y hay muy poco sentido de colaboración", asegura. Lo que se traduce en ineficacia. "Según las encuestas, España es el país en que más tiempo se pierde en reuniones que no valen para nada. Y tenemos unos horarios laborales disparatados... ¿Por qué hay que estar en la oficina tantas horas? Pues por razones que no tienen que ver con la eficacia", critica.
Según Marina, innovar tiene que ver con ser inteligente. O con actuar de manera inteligente. "Con una inteligencia práctica y no teórica, de resolución de problemas", apunta. También, dice, con una inteligencia compartida, que se demuestra y se hace patente con la conversación. "Una conversación inteligente, que tienda al optimismo y no al pesimismo, que no se quede en la queja, sino que proponga cosas". Y por último, con una inteligencia creadora. "La especie humana es por naturaleza inquieta, tiene que innovar continuamente. El hombre necesita vestirse para no morir de frío, pero acaba creando Armani... Es el mejor ejemplo".
A José Antonio Marina no le extraña que en España se esté tan poco acostumbrados a la innovación. "En el primer diccionario castellano de 1630, novedad se definía así: 'Cosa nueva y no acostumbrada que suele ser peligrosa por traer cambio o mudanza de cosa antigua'", cuenta. "Pero hay que ser optimistas, porque a innovar se aprende", matiza. Pero se lamenta de una realidad: "Se ha reducido mucho la palabra emprender a lo estrictamente económico. Y hay que ser emprendedor, sobre todo, en lo personal. Poner iniciativa, tesón y esfuerzo en nuestra vida".
Porque en opinión del filósofo, las relaciones afectivas y familiares corren serio peligro. "Nuestro mundo carece de patrones fijos de vida. Lo que hay es una especie de bricolaje afectivo, un 'arréglatelas como puedas', y esto genera decepción, desdicha y amargura, además de muchas disfunciones educativas. Hoy en día se invierte muy poco en las uniones, casi no hay compromiso porque si no funcionan, ¿para qué casarse?... Escasea la actitud de enfrentarse a los problemas, de no dejarse vencer por las rutinas".
laS MUJERES EMPRENDEN El 30% de las nuevas empresas han sido creadas por mujeres. En este sentido, según Marina, ellas van por buen camino. "Emprenden para ponerse sus propias reglas del juego a la hora de conciliar familia y trabajo, para ser autónomas, independientes".
Sin embargo, paradójicamente, sólo el 3% de las emprendedoras llega a ocupar puestos de dirección. "Esto es, en parte, porque la incorporación femenina al mundo laboral alto es muy reciente. Hasta 1975, una mujer casada no podía abrir una cuenta corriente, ni viajar, ni mucho menos poner en marcha una empresa sin permiso del marido". Un sentimiento de desconfianza y devaluación del que, según Marina, todavía no se ha librado del todo la mujer. "Se nota en su obsesión por el físico. Muchas de mis alumnas jóvenes piden como regalo de fin de bachillerato una operación de cirugía estética. ¿Por qué? Porque siguen pensando que el físico es su gran valor.".
Emprender es, según José Antonio Marina, un buen camino hacia la felicidad. Para alcanzarla, dice, es necesario armonizar dos grandes necesidades del ser humano: la de disfrutar y la de crear. "Por un lado, necesitamos pasarlo bien, disfrutar de los placeres, sentirnos cómodos y seguros... Pero al mismo tiempo, la comodidad nos intoxica y por eso necesitamos crear algo valioso; propiciar cambios, porque si no, nos hundimos en una depresión.
Difícil tarea que, según el filósofo, se complica aún más en nuestro país. "Las empresas españolas se están gastando muchísimo dinero en enseñar a sus empleados a trabajar en equipo, porque no saben hacerlo. En las universidades se crea un ambiente de recelo de unos contra otros, y hay muy poco sentido de colaboración", asegura. Lo que se traduce en ineficacia. "Según las encuestas, España es el país en que más tiempo se pierde en reuniones que no valen para nada. Y tenemos unos horarios laborales disparatados... ¿Por qué hay que estar en la oficina tantas horas? Pues por razones que no tienen que ver con la eficacia", critica.
Según Marina, innovar tiene que ver con ser inteligente. O con actuar de manera inteligente. "Con una inteligencia práctica y no teórica, de resolución de problemas", apunta. También, dice, con una inteligencia compartida, que se demuestra y se hace patente con la conversación. "Una conversación inteligente, que tienda al optimismo y no al pesimismo, que no se quede en la queja, sino que proponga cosas". Y por último, con una inteligencia creadora. "La especie humana es por naturaleza inquieta, tiene que innovar continuamente. El hombre necesita vestirse para no morir de frío, pero acaba creando Armani... Es el mejor ejemplo".
A José Antonio Marina no le extraña que en España se esté tan poco acostumbrados a la innovación. "En el primer diccionario castellano de 1630, novedad se definía así: 'Cosa nueva y no acostumbrada que suele ser peligrosa por traer cambio o mudanza de cosa antigua'", cuenta. "Pero hay que ser optimistas, porque a innovar se aprende", matiza. Pero se lamenta de una realidad: "Se ha reducido mucho la palabra emprender a lo estrictamente económico. Y hay que ser emprendedor, sobre todo, en lo personal. Poner iniciativa, tesón y esfuerzo en nuestra vida".
Porque en opinión del filósofo, las relaciones afectivas y familiares corren serio peligro. "Nuestro mundo carece de patrones fijos de vida. Lo que hay es una especie de bricolaje afectivo, un 'arréglatelas como puedas', y esto genera decepción, desdicha y amargura, además de muchas disfunciones educativas. Hoy en día se invierte muy poco en las uniones, casi no hay compromiso porque si no funcionan, ¿para qué casarse?... Escasea la actitud de enfrentarse a los problemas, de no dejarse vencer por las rutinas".
laS MUJERES EMPRENDEN El 30% de las nuevas empresas han sido creadas por mujeres. En este sentido, según Marina, ellas van por buen camino. "Emprenden para ponerse sus propias reglas del juego a la hora de conciliar familia y trabajo, para ser autónomas, independientes".
Sin embargo, paradójicamente, sólo el 3% de las emprendedoras llega a ocupar puestos de dirección. "Esto es, en parte, porque la incorporación femenina al mundo laboral alto es muy reciente. Hasta 1975, una mujer casada no podía abrir una cuenta corriente, ni viajar, ni mucho menos poner en marcha una empresa sin permiso del marido". Un sentimiento de desconfianza y devaluación del que, según Marina, todavía no se ha librado del todo la mujer. "Se nota en su obsesión por el físico. Muchas de mis alumnas jóvenes piden como regalo de fin de bachillerato una operación de cirugía estética. ¿Por qué? Porque siguen pensando que el físico es su gran valor.".
Emprender es, según José Antonio Marina, un buen camino hacia la felicidad. Para alcanzarla, dice, es necesario armonizar dos grandes necesidades del ser humano: la de disfrutar y la de crear. "Por un lado, necesitamos pasarlo bien, disfrutar de los placeres, sentirnos cómodos y seguros... Pero al mismo tiempo, la comodidad nos intoxica y por eso necesitamos crear algo valioso; propiciar cambios, porque si no, nos hundimos en una depresión.
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