Epafrodito, su amo, queriéndolo castigar por algún motivo, le retuerce una pierna.
-¡Mira que se rompe! - le advierte el filósofo, pero el amo no le hace caso.
-¡Mira que se rompe! -repite de nuevo el desdichado.
En un determinado momento se oye un crac.
-¡Te dije que se rompería! -comenta Epicteto sin cambiar el tono de voz
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