Señor memoria
Es capaz de repetir un número binario de 40 dígitos tras verlo sólo un segundo. Su secreto no se basa sólo en una mente prodigiosa sino en una cuestión de método.
Por Gemma Gil Flores
Puede recordar 240 cartas de baraja tras oírlas al azar una sola vez. ¿Una mente privilegiada? Efectivamente, el mentalista español Ramón Campayo tiene un cociente intelectual de 194 (la media en una persona normal es 100) y es miembro de MENSA, una organización internacional que sólo admite como socios a personas cuya inteligencia supera a la del 98 por ciento de la población. No cabe duda de que este campeón mundial de memorización y lectura rápida es superdotado. Sin embargo, en buena medida, sus sorprendentes logros son fruto de un método que ha trabajado desde la adolescencia.
Ramón Campoyo |
“De pequeño me daba cuenta de que aprendía mucho más rápido que los demás, así que empecé a investigar por qué unas cosas las olvidas y otras las recuerdas. Al principio todo era un juego, pero a los 14 años había conseguido no tener que estudiar nunca en casa”, escarba Campayo en su pasado. Aquello que había comenzado casi como un entretenimiento infantil le llevó a batir su primer récord mundial a los 18 años, cuando consiguió memorizar una cadena de 23 mil 200 palabras en 72 horas.
Tras demostrar su capacidad en términos cuantitativos, el mentalista decidió ejercitarse en pruebas de velocidad, porque “la rapidez además de ser más espectacular, te permite ganar tiempo para dedicarlo a otras cosas”. El caso es que en las pruebas de celeridad Campayo ha demostrado no tener parangón. En 2004, consiguió nueve récords mundiales y hasta la fecha nadie ha conseguido batir su capacidad para memorizar un número binario de 40 dígitos en un segundo. La marca de su principal adversario, el alemán Ralf Laue, no llega siquiera a hacer sombra a la del español, ya que el germano necesita 3 segundos para memorizar 32 dígitos.
Lectura ultrarrápida
La clave para conseguir almacenar datos a velocidades tan exorbitantes reside en desarrollar una gran capacidad lectora. La mayoría de las personas lee desplazando los ojos de izquierda a derecha. Sin embargo, una lectura fotográfica que abarque varias palabras a la vez reduce enormemente el tiempo necesario para aprender un texto.
Un estudiante universitario puede leer un máximo de 250 palabras por minuto y ese ritmo comenzará a decaer después de un rato. Sin embargo, una persona preparada puede triplicar fácilmente esa velocidad.
“Si leo menos de mil 200 palabras por minuto no me entero de nada. Es como ver una película tan despacio que te aburres. Cuando leo un rato por la noche, antes de dormir, voy a un ritmo de mil 500 a 3 mil palabras por minuto. Cuando puedes leer tan rápido, las palabras forman imágenes en tu mente y se siente como ver un vídeo mental”, afirma el plusmarquista, quien en son de broma se lamenta: “Lo malo es que terminas los libros enseguida”.
Su técnica de lectura fotográfica no es patrimonio exclusivo para superdotados, sino que se trata de un método al alcance de cualquiera. El español afirma, sin vacilar, que bajo sus instrucciones un estudiante “puede cuadriplicar su velocidad lectora en sólo hora y media”. ¿Una afirmación pretenciosa? Quizás no, a juzgar por los resultados obtenidos por su esposa en el Campeonato Mundial de Memoria celebrado el año pasado en Alemania. María Jesús tiene un cociente intelectual que se ubica en la media, no obstante, tras un año de entrenamiento con Ramón consiguió memorizar 14 dígitos decimales en un segundo, convirtiéndose en la número 2 del ránking mundial en la prueba de memoria rápida.
Como ir al cine
Ni siquiera las mentes prodigiosas son infalibles. El despiste no tiene nada que ver con el olvido. El mentalista lleva una agenda para recordar sus compromisos profesionales y no es raro que se olvide de su propio cumpleaños. Entonces, ¿durante cuánto tiempo puede retener una información? La mayoría de los datos aprendidos a gran velocidad simplemente, se borran con la misma celeridad. “Los olvido porque decido olvidarlos, si quisiera elegir recordarlos, lo haría. Todo depende de lo que te propongas”, afirma Campayo para quien la mente no tiene límites. La clave reside en no preocuparse por los objetivos sino simplemente en disfrutar y sentirse bien con lo que uno hace. “La memoria es automática. Cuando ves una película, simplemente la recuerdas y no porque hayas hecho el propósito consciente de recordarla”. Con el estudio ocurre lo mismo, lo importante es relajarse y enterarse de lo que uno lee en cada momento, recordarlo llegará solo.
“Si piensas que vas a estar limitado, lo estarás. La potencia mental funciona con el sentimiento no con los resultados”, exclama este profesional de la memoria. Desde luego, a él le ha ido muy bien. Aunque los campeonatos mundiales no le hayan reportado ningún beneficio económico, sí le han proporcionado el prestigio suficiente para que sus enseñanzas sean demandadas entre los estudiantes de su país. Sus seminarios constituyen una mezcla de métodos de lectura rápida, manejo de reglas nemotécnicas y técnicas para superar fobias, inseguridades y bajas autoestimas. Al fin y al cabo, según el plusmarquista la clave para recordar todo con la misma sencillez con la que se recuerda una película consiste en tomarse las cosas con calma, “convertirte en tu mejor amigo y asumir que vives contigo para siempre”.
Desde luego, Campayo se ve feliz dentro de la piel que le ha tocado vivir. Su método parece ser una poción mágica para resolver problemas de estudio e inseguridades. “No me preocupa qué piensen de mí. Hay gente que dirá que soy un presumido, pero lo importante es estar bien con uno mismo... El que sufre es porque quiere”. Quizá, convendrá recordar el consejo.
El método
No hay personas con mala memoria, sino malas técnicas de estudio. Algunos consejos de Campayo para mejorar su rendimiento:
Para recordar secuencias lógicas, por ejemplo una lección de historia, la mejor manera es la repetición. La lectura debe hacerse de los temas completos, sin dividir en secciones. Así se capta la idea general. Empezar una y otra vez genera la sensación frustrante de que no se avanza. Es fundamental razonar la relación
entre los acontecimientos.
Con los Datos Puros (cifras, nombres, fechas) se pueden hacer asociaciones inverosímiles, como visualizar imágenes mentales que pongan en relación dos conceptos.
La base del estudio es la lectura, con lo cual es conveniente ejercitar la técnica de no leer de izquierda a derecha sino renglones completos (para lo cual es necesario estrechar los párrafos)
A la hora de recordar números, se pueden transformar en consonantes y formar palabras. Por ejemplo: el 1 = t (porque se parecen); 8 = ch (porque la palabra ocho tiene en ch su única consonante); 5 = l (porque en números romanos la L equivale a 50). Así, si se quiere recordar el número 185, se puede asociar a la palabra tachuela.
Más información en Desarrolla una Mente Prodigiosa de Ramón Campayo.
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