Los seres humanos al hablar hacemos declaraciones, afirmaciones, promesas, pedidos, ofertas. Estas acciones son universales y que seamos competentes en distinguirlas y ejecutarlas nos abre o no nuevos espacios de posibilidades.
Al decir de Echeverría: “Creamos el mundo con nuestras distinciones linguísticas, con nuestras interpretaciones y relatos, y con la capacidad que nos proporciona el lenguaje para coordinar acciones con los demás.”
Se necesita aprender a comunicar de manera efectiva. La articulación puede convertirse en un gran movilizador de posibilidades, o en una gran fuente de tensiones y conflictos, si no existen los mecanismos adecuados para su gestión.
Asimismo se hace necesario establecer consenso entre actores sociales con diferentes intereses y lograr acuerdos para impulsar políticas, o alcanzar objetivos.
Se deben establecer mecanismos de manejos de conflictos y concertar a partir de una negociación en la cual todos ganen (ganar/ganar).
En este sentido, la negociación se constituye en el marco de acción permanente. Se trata de un proceso de comunicación con el cual se busca respaldar el propósito de obtener una decisión conjunta.
Siguiendo el modelo de la Escuela de Harvard enfocamos en una negociación basada en intereses, que contempla cada interés particular, pero buscando intereses comunes que permitan ampliar las posibilidades para todos los involucrados, generando opciones para que todos puedan ganar y lograr beneficios.
Siguiendo a Roger Fisher, William Ury , y Bruce Patton, en “Si, de acuerdo”, la negociación centrada en intereses:
1. Separa a la persona del problema.
2. Se centra en intereses no en posiciones
3. Genera una variedad de posibilidades antes de actuar
4. Basa el resultado en criterios objetivos
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