26 julio 2005

Los roles que los hombres desempeñan afectan su fisiología; los signi ficados de las situaciones pueden seulalarse por rituales y ceremonias. Los partidos de fútbol en los Estados Unidos están precedidos por rituales que concentran las emociones de los jugadores y sus seguidores en el partido. e presentan a los jugadores, vivamente, estímulos de aclamación o censura. Un eminente fisiólogo de Harvard ha señalado que esta excitación social de los jugadores puede resultar en sentimientos tales como un “exceso de poder”, que no les posibilita el agacharse e irse abatidos al túnel.

Muchas situaciones de público de masas, con sus placeres “sustitutivos”, sirven psicológicamente a la función inconsciente de canalizar y descargar emociones que de otro modo no podrían aplacarse. Así, las multitudes de espectadores que aplauden a sus estrellas favoritas del deporte, y que se burlan del árbitro, descargan “catárticamente” grandes cantidades de agresión. Y en las películas que hacen llorar, en la oscuridad se ve facilitada la descarga de lágrimas que de otro modo no se verterían. Las danzas excéntricas pueden tener los mismos efectos que los partidos de fútbol y las películas. Las manías religiosas y los saltos brincos de los viejos metodistas pueden ser más violentos que los “ataques de histeria o de epilepsia”. Los derviches pueden a veces bailar días seguidos. En muchas manifestaciones de una fuerza corporal sorprendente, se ha notado que las “multitudes de espectadores” facilitan el esfuerzo “más allá de las consideraciones de la prudencia personal”. La música, especialmente la música de bandas marciales y los cantos corales, puede estimular la fisiología de la emoción y la fuerza física .

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