No estamos obligados a estar estresados, por muchas dificultades que haya. Nada nos impide irnos a la montaña a vivir una cueva y comer hojas. Al final es siempre nuestra opción. Una persona que cumple condena puede optar por deprimirse o bien por percibir su cautiverio como una oportunidad para el cultivo espiritual. ¡Cuántos grandes hombres y mujeres no han escogido voluntariamente el claustro!
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