02 agosto 2005

En la época del hypertexto, del Web y la telerrobótica, la memoria se vuelve inútil como argumento del poder, demostrando al fin de manera explícita su carácter ilusorio. El poder actual no cuenta historias, crea directamente una diversidad manipulable de presentes que se abren con la avidez de las expectativas. No señala hitos, ni pone fundamentos, simplemente tiende hilos y procede.

¿Deberíamos negarnos, como el obtuso Platón, a aprender a leer esta nueva escritura para no perder la memoria de nuestros textos sagrados?. ¿Deberíamos buscar en el pasado imaginario la esperanza ante los innumerables presentes opresivos?. ¿Y qué hacer entonces con la historia?. Propongo esto : regalémosle las “historias” a los intelectuales, aprendamos nuevamente a leer, apoderémonos del presente, hagamos posible el futuro ... iniciemos otra vez la Historia.

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